La innovación es la principal fuente de crecimiento, rentabilidad y sostenibilidad de una organización y del bienestar de una sociedad.
Las personas, organizaciones y el país esperan mucho de la innovación, por lo que la reflexión de cómo lo estamos haciendo es pertinente.
Crítica constructiva a nuestros hábitos de innovación.-
Los modelos de innovación de nuestras mejores empresas e instituciones no están a la altura en la competitividad global.
La mayoría de organizaciones públicas y privadas, con honrosas excepciones, se basan en que innovan unos pocos bien preparados que saben mucho.
Pero este enfoque no sirve tanto como antes, como no funcionan tampoco los enfoques de delegar la innovación a un departamento, comité o unidad de I+D+i.
Es una dejación de la Propiedad y la Dirección de la organización. Cuando no se sabe qué hacer con algo creamos un departamento o un comité para ello y el resto de la organización se separa de la necesidad transversal de innovar.
Nuestros procesos de innovación en las empresas avanzadas son excesivamente lineales y rígidos, demasiado basados en la creatividad, en ir rápido donde debemos detenernos. Nuestros enfoques no son sistémicos sino parciales, enfocados para unos tipos de innovación y excluyendo a otros.
Nuestras dinámicas de innovación se fundamentan más en tener muchas ideas o en recoger mucha información… pero muy poco basadas en generar vínculos externos, compromiso interno y crear conocimiento. No me extraña que el fracaso en la innovación sea de mas del 96% de los proyectos.
Todavía hay quien piensa que su conocimiento es clave para innovar. Pues no. Hay que moverse por el mundo para darse cuenta de que lo que sabemos es cada vez más irrelevante para innovar!!!!!. La gestión de tu desconocimiento es más importante que la gestión de tu conocimiento.
Nuestros resultados de innovación son medios-bajos en una comparación internacional
La muerte de la innovación gracias al “Hacer bien a la primera”.-
Si algo culturalmente nos hace daño hoy es nuestro miedo al fracaso. Proviene de aspectos familiares, religiosos y culturales ancestrales.
Sin embargo la inercia de los últimos 30 años de la cultura de calidad y de la mejora continua, con el “hacer bien a la primera”, nos bloquea hoy. El pasado se muestra en el presente y nos condiciona. Pues toca primero reinventarse o autoinnovarse antes de reinventar los procesos de innovación.
La mejora continua es imprescindible y tiene su espacio de optimización operativa pero querer construir un hábito organizativo de innovación buscando la certeza y el acierto, es la mayor metedura de pata que podríamos hacer. Y estamos en ello.
Vemos los fallos y fracasos como negativos, nos quitan tiempo, generan ineficiencias y retrasos, tienen coste, deterioran nuestra imagen organizativa y dañan nuestro ego… tenemos tanto miedo fallar, que evitamos los errores, hablar de ellos… aunque todos sabemos que el aprendizaje y el conocimiento se genera principalmente errando.
Errar previene el fracaso y acelera el éxito. Nada nos acerca más al éxito que los errores, siempre y cuando haya aprendizaje personal y colectivo. Y esta es una de las claves!!
Integrar la incertidumbre en las dinámicas de innovación.-
Aunque nuestra arraigada cultura de aversión a la incertidumbre nos hace sentir lo contrario, la incertidumbre acelera la innovación y las oportunidades de diferenciación de nuestra organización en el mercado, por lo que debemos tener hábitos y procesos de innovación que permitan aprovechar la incertidumbre como combustible para innovar.
Por tanto no se trata de evitar o protegerse de la incertidumbre como si fuera mala o no existiera sino de integrarla y explotarla en los hábitos de innovación.
Los enfoques de innovación que utilizan nuestras organizaciones están muy lejos de integrar la incertidumbre, tratan de evitarla cuando lo más sensato es afrontar la incertidumbre ya que es necesario para aumentar la aceleración del aprendizaje, la eficiencia en la innovación y la obtención de resultados.
Innovación como proceso emocional y contexto de aprendizaje.-
Si hay un factor determinante en la innovación es el conocimiento. Por definición la innovación se produce en zona de incompetencia, donde no sabemos o no sabemos que no sabemos o no sabemos que sabemos.
El nuevo conocimiento generado permite orientarnos en la incertidumbre, nos ayuda a elegir el camino en zona de desconocimiento, reduce los fallos y aumenta el % de éxito. El nuevo conocimiento generado en el proyecto es el principal reductor de la incertidumbre, riesgo y coste en la innovación. Por tanto debe generarse en el propio proceso de innovación especialmente en el conocimiento del “no-cliente” y en aflorar problemas de forma temprana antes del diseño conceptual de solución en interacciones.
A ver si nos enteramos de una vez: El nuevo conocimiento a generar no es sólo sobre tecnología, mercado, procesos…no hay que innovar nada fuera de nosotros sino EN NOSOTROS MISMOS…pero para ello hay que interactuar fuera.
Son nuestras creencias, suposiciones, prejuicios…las que deben ser comprobadas y revisadas al inicio del proyecto, cuando la incertidumbre es máxima y nuestro saber no nos sirve.
La creación mental y emocional precede a la creación física. La información y el conocimiento transforma lo material. Y no al revés.
Pero el conocimiento y el aprendizaje no es una cosa. El conocimiento y el aprendizaje son personas. Personas de dentro y fuera de la organización, con su dimensión mental y emocional. Personas que deciden libremente compartir o no su saber y sus dudas, sus preguntas y respuestas. Si hay estrés mental o emocional las personas no comparten, el compromiso baja, el conocimiento se pierde, y las personas que se quedan bajan su rendimiento mental, reducen su capacidad de aprendizaje.
La dimensión humana está floja en los hábitos de innovación solo se habla de cualificación y participación, pero sobre equipos de innovación, liderazgo positivo, el aprendizaje experimental, la gestión de lo emocional… nada de nada.
El aprendizaje intencional y acelerado ocurre cuando los contactos-chequeos con “no-clientes”, aliados, agentes, grupos de interés… son definidos, diseñados, planificados de forma sistemática para minimizar el riesgo de mal aprendizaje y de mala gestión del desconocimiento.
Nos convienen procesos y proyectos de innovación menos lineales, internos y rígidos y transitar a procesos más circulares, en bucles, flexibles, más abiertos y externos, con nuevas herramientas, con enfoques frescos y nuevas voces, que nos libere de la tiranía del pasado, que permitan conectar con los “no-clientes” en un contexto emocional adecuado y generando un aprendizaje acelerado.
La innovación pendiente es la mía, la tuya, la nuestra…y la podemos plasmar en procesos de innovación modernos y eficaces en las organizaciones…lo necesitamos.
Animo!
Tomas Elorriaga
Director
BANPRO INNOVACIÓN Y PERSONAS
tomas@banpro.es
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